Al gobierno británico ya no le importa la ciencia de su país

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Boris Johnson
10 Downing Street. Picture by Pippa Fowles / No 10 Downing Street.

Tal como comenté en esta columna el mes de febrero (07/02/2022), la comunidad científica británica vive en la incertidumbre sobre el financiamiento europeo para la investigación científica, como efecto de la salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE).

En el sistema científico británico existía la duda de, si con el llamado Brexit, continuarían fluyendo o no los 95 mil 500 millones de euros de Horizon Europe (HE), el programa multinacional de investigación e innovación más robusto del mundo.

En aquél momento las negociaciones de un acuerdo comercial con la UE contemplaban la regulación de datos científicos, investigación nuclear, espacial, ensayos clínicos y otros, y obtener o ceder recursos al programa HE.

Semanas después, el 24 de febrero, se coloca al presidente ruso hasta el límite de acosos del Occidente a las fronteras de su país, desde los años 90, e inicia un bélico ¡ya basta! con una operación militar en las zonas prorrusas en la fronteriza Ucrania.

Don Boris Johnson, el primer ministro británico, que dio muestras internacionales de no tomarse en serio el fenómeno científico biológico evolutivo de la pandemia Covid 19, que cayó enfermo de la misma con gravedad y estuvo al cuidado de dos migrantes las 24 horas (el premier es de la idea de echar a patadas a los migrantes); tampoco se ha tomado en serio al resto de las disciplinas y las instituciones científicas de abolengo en su país, la Royal Society, por citar una.

De febrero al presente, las relaciones del gobierno británico y la UE se han estropeado, el primer ministro ha violado los acuerdos, subrayadamente el de la relación de Irlanda del Norte, británica; y la República de Irlanda, europea. Las acciones legales de la UE no se han hecho esperar, por violar el derecho internacional.

En vía de mientras, la cooperación de la UE y RU a la investigación científica se ha suspendido. Los becarios británicos subvencionados por Europa deberán mudarse de la isla al continente si quieren garantizar sus fondos, así también el acceso desde ahora y al futuro de los millonarios fondos de HE.

Las cúpulas de la comunidad científica europea y británica han intentado ruidosas campañas mediáticas bajo la bandera “Stick to Science” (palo a la ciencia), intentando inducir presión a para que los políticos dejen fuera a la ciencia de sus intereses políticos, según reportes como el de la web de Nature, en la que nos enteramos de la parte científica de la crisis mundial que estamos atestiguando: pandemia (que ahí sigue), sumadas las guerras y las inflaciones derivadas.

En síntesis, en todas partes de tuestan las habas en materia de los fondos públicos para la investigación científica y sus protagonistas. El financiamiento para la ciencia en países como el Reino Unido había formado parte integral del arsenal político de Estado para ser imperio, algo así como que sus conacyts han sido parte de la realeza de Winsor, Edmund Halley (que impulsó a Newton a publicar sus principios matemáticos) fue el “astrónomo del Rey” y secretario de la Royal Society, por citar alguno; otro ejemplo fue el sustento de la evolución biológica, discutido en la Sociedad Real. La pandemia ha demostrado, una vez más, la solidez de los postulados de Darwin.

Al parecer todo eso se acabó. Hoy, lo más importante para las élites de la otrora potencia científica británica es poner a Rusia de rodillas al costo que sea, lo demás es irrelevante (ciencia, alimentos, líneas de suministros y abastos, salud pública, salarios y más).

En esa misma fuente de información confiable consultada, volteando al otro lado del frente, “los resultados de la investigación científica de China celebraron un gran auge”. Las publicaciones científicas de alta calidad reportan un explosivo incremento de un 118 % de artículos de investigación por científicos chinos, aunque Estados Unidos continúa a la cabeza de artículos publicados (con tendencia a la baja).

¿Dinero? Sí, según Nature. “Ha habido un aumento constante y enorme al financiamiento de la investigación científica en China”, citando a al investigador británico, Miguel Lim, de la Universidad de Manchester, experto en la educación en China. Pero, sobre todo, la voluntad política de las élites y el gobierno para impulsar y financiar la investigación científica, tecnológica e innovación, como una política de Estado.

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