De médicos y vacunas ideologizados

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Medicina

Según la OCDE, para 2017, el gasto en Salud de los países latinoamericanos fue de sólo una cuarta parte del resto de los países miembros. Señala, además, que es menor la capacidad de sus sistemas de salud, como menor también es proporcionar acceso a servicios de salud de buena calidad a los más vulnerables, dependen significativamente del gasto privado. Los datos no excluyen a México.

Se carece de médicos suficientes, en promedio hay dos galenos por cada mil habitantes, cuando el estándar es de 3.5 por cada mil. Y, ojo, solo Cuba y Argentina registran más médicos.

Los datos que ofrece el organismo internacional al que pertenecen Estados Unidos y Europa, que representan las ¾ partes de la economía mundial, describen que faltan hospitales, faltan médicos y las poblaciones más vulnerables carecen de acceso a los servicios médicos.

El pasado 17 de mayo, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, informó que en México existen 2 mil 678 plazas vacantes de base para médico no familiar, de las cuales 517 han estado convocadas para ocuparse por más de tres años sin que ningún médico quiera ocuparlas.

La ciencia es universal, así la medicina, las matemáticas, la física, la genética, la astronomía, la química. La medicina, los médicos, son universales, Otra cosa muy distinta es que quienes gobiernas los países cumplan con el derecho a la ciencia y a la salud, y se exprese en sus políticas públicas. Desde la perspectiva médico-biológica no hay médicos cubanos o japoneses, australianos o hindúes, hay médicos y medicina. Otra cosa es que las naciones apliquen esfuerzos para formar a los galenos, actualizarlos, especializarlos en los avances de la medicina universal.

Las vacunas resultan de decodificar algún fragmento de la estructura genética de organismo patógeno, que se busca colocar en un vehículo que se pueda inocular en la sangre o en el tejido muscular para que el sistema inmune del humano lo identifique y cuando infecte el organismo real nuestras defensas actúen con eficiencia frente a él.

El protocolo para probar las vacunas es universal. Un cuerpo colegiado de especialistas mundial, en la OMS, revisan todas las partes de la investigación y las pruebas en poblaciones voluntarias controladas. Esas investigaciones se entregan a publicaciones científicas y son revisadas por especialistas anónimos, “pares” les llaman la comunidad científica, no se conocen entre sí, ni conocen a los autores. Si aprueban la investigación, se publica.

Todas las vacunas pasan por ese proceso. En sentido médico químico biológico no hay vacunas chinas, rusas, inglesas, norteamericanas o cubanas, las hay eficaces y seguras según las evidencias presentadas en los protocolos de la investigación.

Así con los médicos y su formación. El contenido de ese conocimiento es universal, no de naciones. Las naciones impulsan o no la investigación, formación de galenos y sus especialidades en instituciones de prestigio y confiabilidad, nacionales y extranjeras, sea la UNAM, la Johns Hopkins University, el Centro Gamaleya, la Universidad de la Habana o de Beijing.

La salud pública fue despreciada en casi todo el mundo, no solo en México. Recuérdese que Reagan y Thatcher a finales de los 90 le impusieron al mundo “se acabó el estado de bienestar”.

Hoy el debate es, si hay médicos especializados ¿se quieren ir a Jojutla, Eréndira o Agua Amarga? Los médicos de Cuba saben hacerlo, acostumbrados en un país que le han bloqueado todo y que su sistema de Salud es ejemplar en el mundo académico. Nadie les pudo vender vacunas por el bloqueo, ellos hicieron las suyas como la Abdala que ya se autorizó por la OMS, como las hacía México antes de 1988 en el Instituto Nacional de Higiene, ya desaparecido y después resucitado con Birmex.

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