El machismo, la discriminación y la homofobia son uno de los grandes problemas que actualmente aquejan a nuestro mundo, y desgraciadamente el ámbito científico, uno de los cuales se pensaría se encuentra exento de este problema. Sin embargo, la historia nos muestra lo contrario y nos presenta ejemplos como el de Alan Turing, considerado el padre de la informática moderna. Gracias a él, se pudo descifrar la famosa máquina Enigma, usada por los nazis para codificar sus mensajes. La presión de la sociedad, la misma a la que él ayudó, lo llevó al suicidio.
Más recientemente el caso de Sally Ride, la cual se convirtió en la primera mujer estadounidense en llegar al espacio. Para lograr esto tuvo que ocultar su homosexualidad hasta su muerte; del mismo modo miles de mujeres alrededor del mundo sufre de acoso y marginación, incluso en el ámbito de la ciencia, debido únicamente al hecho de ser mujer.
Desde el caso de Marie Curie que en un principio le fue negado el premio Nobel de Física, debido únicamente a su género. Finalmente le fue otorgado gracias a la intervención de su esposo, el cual se negó a recibir el galardón si no se incluía a su esposa. Varios casos más de éste tipo han salido a la luz últimamente, restituyendo de manera parcial el crédito de varias mujeres que han realizado grandes aportes a la ciencia y no han sido reconocidas.
Retos
Hoy en día, uno de los grandes retos para muchos investigadores e investigadoras es la discriminación a la que son sujetos en sus centros de trabajo. Incluso viajar a conferencias de investigación o reuniones de colaboradores, son experiencias que, normalmente serian enriquecedoras para la carrera de cualquier investigador, pueden volverse una experiencia especialmente tensa para una persona por el simple hecho de ser mujer, lesbiana, gay, bisexual, transgénero y transexual.
Incluso en ámbitos profesionales donde la discriminación, el acoso y el abuso, se pensaría que no debiera de existir, como los centros de investigación y académicos, tristemente está presente. Aún se recuerda con tristeza el caso de James Watson, mejor conocido por sus aportes al descubrimiento de la doble hélice del ADN, al cual 2007 se le retiraron varios galardones por sus comentarios homofóbicos y xenofóbicos.
En Europa y Estados Unidos existen actualmente grupos como LGBT+scientists, o el Fermilab’s Inclusivity Journal Club, que ofrece asesoría para promover la inclusión de genero, desarrollando guías de inclusión y ofreciendo charlas para la comunidad científica.
Desgraciadamente en América Latina, no existen aún proyectos de esta índole y este segmento de la población sufre de los embates de la homofobia y la discriminación en sus lugares de trabajo, provocando severos problemas de tensión y estrés laboral.
Esfuerzos insuficientes
A pesar de los intentos que se han dado como los programas “He for She” impulsado por la ONU, que busca la igualdad entre hombre y mujeres, o Niñas STEM, impulsado por la OCDE y la SEP, que busca promover las actividades científicas entre las niñas, así como los movimientos LGBT que busca crear conciencia entre la población acerca de la diversidad sexual, aún queda mucho camino por recorrer.
Si bien se han dado los primeros pasos, falta concientizar a la gente acerca de la diversidad sexual y poder realmente construir un futuro de igualdad para todos los seres humanos, sin importar sus preferencias u orientación.
