Es más amenazante no creer que el calentamiento global está sucediendo que el fenómeno mismo. Me quedé corto.
Tuvieron lugar un par de hechos reportados por la prensa internacional que evidencian que los guardianes del sistema económico mundial (que ya muestra grietas en todo el mundo), está dispuesto a eliminar a todo aquél, aquella, que se oponga a sus ganancias aunque sea a costa de la extinción de la vida del único planeta que sabemos que la tiene.
Joaquin Phoenix, el actor que interpretó la versión cinematográfica del El Guasón (Joker), fue detenido por la policía de Washington durante una manifestación frente al Capitolio, organizada por la actriz y activista Jane Fonda contra las decisiones que el presidente estadounidense Donald Trump toma ante la crisis medioambiental que amenaza al planeta.
Del otro lado del Atlántico, en Gran Bretaña, la policía antiterrorista puso al grupo ambientalista Extinction Rebellion (rebelión contra la extinción) en su lista de esas organizaciones “porque amenazan la seguridad nacional”. Este cuerpo represivo británico consideró terroristas “a quienes hablan en términos duros o emotivos sobre temas como cambio climático, ecología, extinción de especies, fracking (extraer gas a base de resquebrajar la corteza terrestre), expansión del aeropuerto o contaminación”, según reportó en su momento el diario The Guardian”.
Las policías anglosajonas no se mandan solas, es evidente que sus directrices son ordenadas por sus gobiernos. Ambos gobernantes, Donald Trump y Boris Johnson, llegaron al poder con el voto del conservadurismo culpando a otros de la decadencia de sus afanes neoliberales, rompiendo y despreciando todos los acuerdos de convivencia mundial construidos por la comunidad internacional al finalizar la II Guerra Mundial, e ignorando todos los conocimientos sobre la vida y el planeta aportados por la ciencia.
Tales despropósitos tienen su base en la ignorancia, pues cualquier persona informada y en sus cabales entiende que una catástrofe planetaria va a extinguir a todo ser viviente ¡incluyéndolos a ellos! (paradójicamente sus partidos se oponen a la eutanasia). Pero también es preciso llamar la atención sobre la omisión en que han incurrido las comunidades científicas de todos los países al considerar que lo suyo no es la política, ni incidir en la agenda de la opinión pública.
El primer ministro, Boris Johnson, ganó por segunda vez las elecciones en su país haciéndole creer a sus votantes que la decadencia del imperio británico es culpa de Europa y los inmigrantes, cree que Gran Bretaña volverá a ser el imperio de los siete mares, la Pérfida Albión, aunque hay quienes opinan que se subordina a la política estadounidense en competencia contra la Unión Europea. Lo cierto es que el Brexit triunfó.
Por su parte, el presidente Donald Trump ganó las elecciones estadounidenses con toda una gama de trucos, trampas y disrupciones mediáticas, agitando los fantasmas e inseguridades de los sectores más excluidos de eso que llaman la américa profunda, haciéndoles creer que la culpa de su situación son los otros, los inmigrantes sudacas y mexicanos, la OTAN, Europa, los chinos ¡y aceptó la ayuda de los hackers del gobierno ruso!
Ambos mandatarios representan a los poderes económicos transnacionales que buscan mantener el sistema que favorece sus tasas de ganancia a como dé lugar, acceso irrestricto a combustibles y materias primas con las armas, si es necesario, o golpes de estado contra los gobiernos que defiendan su patrimonio, y eliminar a todos aquellos que se opongan a sus designios. Por ahí he leído en las redes: “si el sistema es inhumano, volvámonos humanos contra el sistema”.
