Rusia es muy grande para que solo sea de los rusos

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Rusia, plaza roja de Moscú

Borrar de la memoria colectiva las guerras mundiales, eliminadas en la emotividad, en el duelo humano, además de un desacierto, es la mejor manera de negarse a asomar y entender en qué mismas se mueve hoy el sistema Tierra, en que zona de subducción de las placas geopolíticas estamos metidos.

Así como la tinción que aplicamos a las muestras de hemoglobina en el porta objetos para ver en tecnicolor moradito las células que integran la sangre, el vehículo de oxigenación de la maquinaria humano; así Covid y las variadas pandillas de esferitas coronavirus SARS_Cov2 “tiñen” los cúmulos globulares de países antepuestos por el poder político del sistema Tierra y nos permiten observarlos con definición.

Casi como fotografías orbitales podemos detectar -más allá de los discursos y narrativas mediáticas mundiales- que existe una multipolaridad de fuerzas en juego por el destino del sistema Tierra, y que existe un indiscutible antagonismo en punto crítico, muy en aquél límite de la Destrucción Mutua Asegurada de la Guerra Fría y los misiles soviéticos en la República rebelde de Cuba en la década del 60 del siglo pasado. Es nostalgia, el escenario ha cambiado.

Jóvenes, la Guerra Mundial II y su continum, la Guerra Fría, son hechos, no una película ni documental de Netflix. Sus abuelos lo vivimos preguntándonos rockeramente ¿qué pasará cuando alguien apriete el botón? Hoy pretende haber una “bipolaridad” en el discurso, pero Covid y sus secuelas en las cadenas de producción mundiales han permitido observar que no existe una cohesión interna en los autonombrados “los buenos”, las evidencias así lo muestran.

En medio de Covid 19, muy simbólico que un portaviones atómico de esos que vigilan los océanos para que nadie “de acá” se salga del huacal, haya tenido que atracar porque sus marines estaban contagiados. No obstante, con el mundo y sus pueblos pandemiados, los ejércitos de mar y tierra de “occidente”, China y Rusia, no dejaron de mostrarse los colmillos en las cercanías de los territorios de Rusia y China. Si atendemos al discurso mediático dominante, pareciera que los rusos y los chinos ya están en nuestras costas, en las de Normandía, Hamburgo, Dover o California. Falso.

Es discurso, son gesticulaciones con los canes amarrados a punto de ser soltados. Durante la pandemia -y todavía- la Unión europea es solo un buen deseo, siguen anclados a sus élites dinásticas desconfiando del vecino y jalando cada quién por su lado. Alemania, sin la Unión, se construyó su tubo de gas con su socio Gasprom, ruso, y no estar sujeta en sus necesidades de estratégicas de energía a los chantajes de un país ex soviético sostenido con el andamiaje geopolítico de la OTAN.

A un buque artillado del Reino Unido se le chispotió cruzar los límites del mar territorial ruso y la advertencia contundente de sáquese de aquí no se hizo esperar. En un supuesto enfrentamiento bélico hay un tiempo límite entre la detección del ataque y la respuesta. Con la expansión de la OTAN a las fronteras rusas el tiempo de respuesta disminuyó, entonces desarrolló armas hipersónicas que viajan dos o más veces a la velocidad del sonido. El caso de Ucrania rebasa esos los límites de respuesta, el pretexto discursivo (agotado) de occidente es “defender la democracia” en Ucrania, y por ello los rusos la llaman su “línea roja”.

En otro escenario, Australia canceló un contrato millonario con Francia para fabricar y dotar de submarinos armados al “país continente”. Subordinado aún a la Commonealth of Nations del Reino Unido decidió cambiar el contrato con Estados Unidos y los británicos, irritando a los franceses.

Estados Unidos con sus aliados de Europa considera todo aquél país cuyo gobierno no se someta a la imposición de sus reglas, a su papel asignado en la economía global como el acceso irrestricto de sus empresas a los recursos naturales, proporcionar fuerza de trabajo barata y a su definición de democracia (aunque Estados Unidos tiene hecha pedazos la suya) es sancionado, amenazado o invadido.

Rusia y China eran de economía de Estado (nunca han sido comunistas más que en teoría), Rusia ya no. Y por su parte, China ha recibido la mayor cantidad de inversión capitalista del mundo, al grado de casi lograr desplazar a Estados Unidos como la primera potencia económica del mundo.

De ahí la importancia de no olvidar la Gran Guerra, la Segunda Guerra y la Guerra Fría. Los números son el discurso, la realidad es un continuo en cuya base está el “Lebensraum” (espacio vital enarbolado por los nazis), no en el discurso, no en la retórica, no en las ediciones de libros de historia.

Rusia, como enemigo favorito no es si es soviética o ya no lo es, es muy grande sólo para los rusos y sus recursos, se los vamos a quitar con el pretexto que no se someten a las reglas, nuestras reglas. Los distinto es que no existe un liderazgo, el poder occidental está fragmentado y con un discurso deslegitimado.

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