Quienes me hayan leído conocen mi convicción de observarnos como pueblos, como los rebaños de una especie que habitamos el planeta. Así nos ve la evolución biológica -que a veces pienso que es pleonasmo– que tiene a la evolución de la cultura como un correlato simultáneo cual sugiere el evolucionista genético Jaques Monod, la evolución de todo aquello que parte del habla.
Observándonos como pueblos, así sean de “naciones”, comparto lo que sabemos de los dramáticos impulsos de pueblos en búsqueda de alcanzar el hecho de que no puede haber ningún interés por encima u opuesto a la viabilidad humana, los pueblos de la especie integrante de todos los seres vivos del planeta Tierra.
Algo que ha descompuesto el modelo de reproducción económica, política, social dominante desde hace siglos ha sido la cada vez mayor segmentación de las poblaciones, la más visible y milenaria es la segmentación hombres-mujeres. Terrible historia para ambos. Los hombres van a las guerras. Las mujeres, infancia y ancianos en la retaguardia a suplir la mercancía trabajo.
En una de esas pugnas de las élites, en la primera década del siglo pasado, los pueblos que son los que sufren, padecen y sobreviven a guerras y pandemias, como las mujeres rusas (otra vez) tomando las riendas de la sobrevivencia, con sus parejas hombres en víspera de morir en nauseabundas trincheras en el frente, armaron tremenda protesta en medio del gélido invierno ruso con un ¡ya basta!, al año siguiente lo hicieron contra la guerra junto a otras mujeres del mundo.
De eso poco se habla hoy, quizás porque sea políticamente incorrecto en esta era del discurso de la verdad única, o la post verdad. Desde la perspectiva que abordo, ese 8 de marzo de las mujeres del pueblo ruso fue muy significativo con otras seis fechas fundamentales para el establecimiento del Día Mundial de la Mujer, según se aprecia en el portal de la Organización de Naciones Unidas sobre este simbólico y mundial día.
Lo llevan en su equipamiento biológico como otras especies, las mujeres hacen todo aquello a su alcance para sobrevivir con las y los cachorros a depredadores, furias naturales, guerras, pandemias. Son poderosas ellas por naturaleza.
Su marcha en México este 8 de marzo rebasó a tirios y a troyanos, poniendo por delante la razón de ser mujeres, sus justas aspiraciones y lo lograron. La Plaza de la Constitución, el zócalo capitalino se inundó de mujeres muy jóvenes en su mayoría. Para construir cachorros de la especie Homo sapiens sapiens necesariamente se requiere el intercambio genético de cromosomas XX y XY. Ellas son las portadoras del cromosoma XX que nos hace humanos. Con ellas todo, sin ellas nada.
