Covid 19 y su agente encubierto SARS_Cov2 hacen irrefutable que todo lo que nos mueve, preocupa y hace tomar decisiones, expresar puntos de vista debería ser en interés y en nombre de la especie, pues tal parece que los conceptos humano, humanidad, ya no forman parte del arsenal de valores, creencias, tradiciones, utensilios, filias que dan coherencia a las sociedades, “no tienen buena prensa”.
Así, los fenómenos sociales desatados en buena parte de las “tribus” de las poblaciones del planeta por la pandemia, lo indicado sería entenderlos y procesarlos desde la narrativa, la épica, cantares de gesta de la evolución y la adaptación de la especie.
De igual forma, podríamos entender a las naciones como resultado de la historia, pero no de una historia de los individuos, de los protagonistas particulares, sino de los pueblos. Así funciona la evolución de todas las especies: en poblaciones y no en individuos o “ejemplares”, “especímenes”.
No es una idea nueva ni original. Ya lo hemos comentado, pero con mucho gusto lo repetimos, ahora con más datos: El biólogo evolucionista Julian Huxley y el bioquímico Joseph Needham, impulsor del pensamiento evolucionista, con un importante apoyo de nuestro erudito Jaime Torres Bodet, enunciaron y posicionaron en la II Asamblea General de la UNESCO, recién culminada la bestial guerra mundial, una ambiciosa y magna obra poco conocida y menos consultada: “que permite una mejor comprensión de las dimensiones científica y cultural de la historia de la humanidad, y mostrar la dependencia mutua de los pueblos y culturas” de todas las naciones (Patrick Petitjean. Sixty Years of Science at UNESCO, 2006).
La Historia de la Humanidad, patrocinada por la UNESCO, a diferencia de otras historias de la humanidad, su hilo conductor, su estructura ausente, es la aportación científica y tecnológica de todos los pueblos y sus culturas. No Generales y sus guerras, no los monarcas, sus vasallos e imperios; no Jefes de Estado y Parlamentos representativos. Esta historia tiene un enfoque evolutivo de la especie humana, sus protagonistas son las poblaciones y comienza con el maíz, el arroz y el trigo, sin excluir a los Galileos, Einsteins o Meitners que surgen y están inmersos en esas poblaciones.
Otro científico -no solo un investigador- con visión global integral de la ciencia, John D. Bernal, se propuso estudiarla en la historia; no la historia de la ciencia, sino la ciencia en la historia (que no es lo mismo). Estos dos enfoques, Huxley-Needham y Bernal, son consistentes entre sí, y además con el del genetista Jacques Monod (El azar y la necesidad, 1970).
En nuestro país confluyen dos sucesos sociales de gran envergadura que sustentan armoniosamente la forma en que se puede ver y entender el momento presente, las situaciones vitales a las que nos enfrentamos como población humana y su devenir.
Esos sucesos son la votación de 2018 y la pandemia Covid 19. Esta última nos ofrece, además, el privilegio de observar en tiempo real, simultáneamente, los fenómenos de poblaciones en todo el planeta: el comportamiento de la especie frente a un fenómeno evolutivo planetario.
No Trump, ni Fauci; no López Gatell y Andrés Manuel, no Macron ni Merkel, ¡mucho menos Christine Lagarde! Las poblaciones humanas y su herramienta fundamental, la Ciencia.