La disputa por el poder económico a través de las diversas narrativas ideológicas y discursos políticos a nivel mundial, ha tenido su expresión durante la pandemia Covid 19 causada por la especie coronavirus SARS-Cov2, un fenómeno biológico evolutivo. Tal disputa presiona a los líderes de países, organismos y regiones a oscilar en la toma de decisiones, bien para proteger a la población o para proteger los intereses económicos.
Ya se ha dicho, pero con mucho gusto lo repetimos, se trató de un virus desconocido (después de un año se le conoce mejor), uno más de los miles de millones que existen desde el mismo origen de la vida en el planeta Tierra, hace alrededor de 3 mil 500 millones de años.
Estos organismos han atacado siempre a los humanos y a otras especies; por la evolución del conocimiento biológico dimos con las vacunas, la herramienta más eficaz basada en evidencias que desarrolló el ser humano para enfrentar infecciones virales, concepto y sustancia que provino de la viruela de las vacas.
Muy temprano en la pandemia se obtuvo y divulgó el sistema operativo del SARS_CoV2, y la estrategia de los desarrollos de vacunas se centró en la estructura de la proteína de las espigas del virus, las protuberancias que hacen característicos a los coronavirus, el arma con el que el organismo se adhiere a las células humanas, las abre y una vez dentro apoderarse de la maquinaria genética de la célula para reproducir más virus.
Una vez más los intereses de clase, raciales, económicos, políticos, geoestratégicos irrumpieron con sus discursos disruptivos e inhumanos en la mediósfera, las vacunas de “los buenos” y de “los malos”, alguna de las “buenas” recibió fuego amigo en la Europa sin británicos. Los miedos, inseguridades e ignorancia de los medios occidentales arremetieron particularmente contra las vacunas desarrolladas en Rusia y en China, la rusa Sputnik V fue el trending topic.
La Sputnik V fue desarrollada por un equipo de diecisiete investigadores liderados por el doctor en biología Alexander Gintsburg, del Centro Nacional Gamaleya de Epidemiología y Microbiología. El Centro inició sus actividades privadas en 1891 y desde la posguerra, 1949, lleva el nombre de Nicolay Gamaleya.
Como muchos pioneros en la inmunología y epidemiología (mexicanos entre ellos), Gamaleya se formó en el Instituto Pasteur de Francia. En 1886 abrió en Rusia el segundo punto de vacunación contra la rabia en el mundo. En el siglo XX, Nicolay enfrentó las epidemias de cólera, difteria y tifus, organizando campañas de vacunación masiva en la Unión Soviética.
Desde la década de los 80 el Centro Gamaleya ha concentrado sus esfuerzos científicos para desarrollar el esquema tecnológico basado en adenovirus, que se encuentran en los adenoides humanos (una masa de tejido en la cavidad nasal). En 2015 obtuvo la vacuna contra el fatal Ébola. Asimismo, usó “transportes” virales contra el síndrome respiratorio del medio oriente (MERS).
Sputnik V es una de las tres vacunas en el mundo con eficacia del 91.6% en pruebas Fase III, la primera registrada con vector de adenovirus (usas la coraza del submarino de un enemigo y le pones tu propia tripulación). Ya “en campo”, 4 millones de vacunados demuestró su eficacia del 97.6 %.